martes, 3 de mayo de 2016

EL ASMA EN ADOLESCENTES


  Martes, 03 de mayo de 2016

Neumomadrid alerta de la falta de adherencia en adolescentes con asma 

Se muestran más proclives a la crisis de riesgo vital 

Declaraciones del Dr.Antolín López Viña, médico adjunto del Servicio de Neumología del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda.


Cada primer martes de mayo se conmemora el Día Mundial del Asma, un evento anual organizado por la Global Initiative for Asthma (GINA) para mejorar el conocimiento y cuidado de la enfermedad.

El lema propuesto por la iniciativa es ‘Tú puedes controlar tu asma’, y la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (Neumomadrid) ha querido aprovechar la ocasión para concienciar a un grupo de población que padece dificultades para controlar su enfermedad: los adolescentes.

“Es conocido que los adolescentes con asma tienen mayor riesgo de crisis de riesgo vital y de muerte, que cumplen peor con las pautas terapéuticas y que muchos de ellos se inician en el tabaquismo”, ha alertado Antolín López Viña, médico adjunto del Servicio de Neumología del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, en el artículo ‘Asma de difícil control. La complicada transición a la adolescencia y a la edad adulta’, publicado en el último número de Revista de Patología Respiratoria, la publicación científica de Neumomadrid.

“El asma en adolescentes es una de las enfermedades crónicas más frecuentes. En España, la prevalencia a los13-14 años está entre el 7,1 y el 15,3 por ciento”, ha subrayado Elena Alonso, de la Unidad de Neumología Infantil y Trastornos del Sueño del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles, también autora del artículo.

En concreto, “el asma de difícil control conlleva un seguimiento con revisiones frecuentes, modificaciones en el tratamiento y actitudes preventivas para evitar agudizaciones, así como la docencia de la auto-observación consecuente de la propia sintomatología”, ha indicado Alonso Villán.

Pero este seguimiento se complica cuando comienza la pubertad: “Lo que, hasta ese momento, era responsabilidad de los padres o cuidadores pasa a serlo del paciente, quien debe asumir paulatinamente sus propios compromisos ante la enfermedad, algo que no siempre entienden la familia ni el pediatra ni el propio adolescente”.

La especialista del Hospital Rey Juan Carlos considera que “la actitud más inteligente es la prevención y la información al adolescente, ya que la mayoría de sus problemas de salud son consecuencia de sus comportamientos y hábitos iniciados a esta edad”.

La transición de Pediatría a una consulta de adultos

La adolescencia también coincide con la salida del paciente de la atención sanitaria pediátrica: “La transición de Pediatría a una consulta de adultos de los pacientes con asma grave debería tener tres etapas: preparación, periodo de cuidado conjunto e inicio del cuidado por médicos de adultos”, ha añadido López Viña.

Así, el especialista aconseja que “sería deseable que el médico de adultos que se enfrenta a un adolescente con un asma grave mal controlada conozca el caso a través de una sesión con el pediatra o con una visita conjunta en Pediatría”, ha recalcado.

El neumólogo del Hospital Puerta de Hierro afirma que en la primera consulta es crucial conseguir la confianza del adolescente: “La empatía con el paciente es clave para mejorar el cumplimiento. El seguimiento de un adolescente sin lograr su confianza es un fracaso anunciado”. En este sentido, propone realizar este primer contacto sin testigos y utilizar las habilidades de comunicación adecuadas para realizar una entrevista detallada sobre la historia médica y, al mismo tiempo, conseguir establecer una relación empática.

Según Viña, las habilidades de comunicación esenciales que debe manejar el médico que trata al adolescente con asma de difícil control son crear un ambiente que propicie la privacidad, la comodidad y la atención; establecer una relación afectuosa y mostrar interés; no olvidarse de la comunicación no verbal; escuchar activamente y mostrar respeto y empatía; investigar preocupaciones, creencias y expectativas; descubrir los objetivos del paciente y pactarlos; aumentar la autoconfianza; adaptar las pautas de tratamiento a la vida del adolescente; y establecer un diálogo sobre el cumplimiento.

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